I) CAYENDO…
(y nos engañamos).
Nos vendieron una ilusión
(y la compramos);
y de a poco, nos venimos dando cuenta.
Nos creímos que “ser hombres”
era lo mejor, era “libertad”,
era mandar, dominar, poseer…
Pero no era más
que otro modo de controlarnos,
de someternos, de convertirnos en
vigilantes –y vigilados–, gendarmes
y represores de otros hombres
(y verdugos de mujeres
y otras identidades).
Persiguiendo la zanahoria
desde tiempos inmemoriales,
peleando y luchando contra otros
para alcanzarla, no hicimos más que
activar esta maquinaria
de triturar carne y de hacer billetes.
Es hora de despertar...
Es hora de desertar.
II) MASCULINIDAD(es)
En las últimas décadas, el modelo
hegemónico de masculinidad viene siendo fuertemente cuestionado –sobre
todo en estos últimos años–, y es cada vez más rechazado por un gran número de
personas (también, afortunadamente, por los varones más jóvenes).
Los feminismos, los movimientos de mujeres, de feminidades y el colectivo LGBTIQ+, con masivas manifestaciones, hicieron ‘temblar’ el “Orden Patriarcal” (al poner en evidencia su verdadero rostro pandémico, misógino, femicida y transfemicida); y consecuentemente, el estereotipo de “varón-Macho” (*1) se está resquebrajando por todos lados… Primero y principal, porque no nos parece agradable ni saludable; más bien todo lo contrario.
Desde hace milenios, hay una forma hegemónica de socializar a los varones, con crueldades, con Manda(mien)tos, “deberes” (y amenazas, culpas y castigos) que supimos ‘in-corporar’, ‘hacer carne’; son voces internalizadas que ya forman parte de nosotros, que nos hablan todo el tiempo –nos censuran y reprimen–:
Son la idea introyectada de hombre o varón como quien carga el Mandato o la obligación de dominar, de mandar, de someter, de saber, del tener razón, de ‘siempre tener que
poder’, de sacrificarse, de no-temer, de negar sentimientos o reprimir
emociones, de tener descendencia (y ‘moldearla’ a su imagen y semejanza), de proteger, de trabajar y proveer, de ser ‘jefe’ (más no sea del hogar
o de la familia), de vencer (‘ser más’ que el resto, estar por delante o por arriba de otrxs), de conquistar
y poseer, de competir, de
circular por el espacio público, de ser
‘duro’, violento, recio, inconmovible, de no demostrar vulnerabilidad, de llevar siempre ‘la solución’,
de ser racional –pero insensible–, sexualmente listo y disponible (‘predador sexual’ –de mujeres–), de ‘tener aguante’, de no-cuidarse ni protegerse… de defender
una supuesta “superioridad” (o de aparentarla, de simularla)… Pero sobre todo, el mandato de “Ser
un Hombre” (Heterosexual)… es decir: de ‘No-ser-Mujer’; ‘No-ser-Maricón’.
Son, también, representaciones y modelos de la masculinidad que la época oferta: la constante demostración, comparación, la burla y ‘la cultura del aguante’ (el “Yo me la banco solo”, el “no me duele nada”)… Un ‘deber ser’ valiente, duro y violento, donde el no-sentir se relaciona con la rudeza y el arrasar el cuerpo del otrx –las hinchadas de fútbol son un ejemplo de este modelo hegemónico. (*2)
Y, por el otro lado, la idea de “mujer” como posesión, como objeto sexual (que se puede comprar, vender, intercambiar, usar, desechar), como Ser indefenso a proteger o tutelar (*3), como adorno, como territorio de conquista, como sirvienta y como cuidadora (recluida en la esfera privada como trabajadora no remunerada ni valorada, al servicio de la reproducción), como educadora, como trofeo… La idea de “lo femenino” –y todo lo asociado a ello: sensibilidad, delicadeza, suavidad, belleza, etc.– como débil, irracional, inferior, incompleto, pecaminoso, indigno, asqueroso, repulsivo, etc.
Todas esas reglas y obligaciones –implícitas o explícitas– son una triste manera de andar por la vida, una patética manera de vivir la masculinidad. Y están tan ‘normalizadas’, tan ‘a la vista’, que no se ven… o se niegan.
Este encarrilamiento no es más que Miedo al cuestionamiento de nuestra “hombría”, de nuestra virilidad; es ‘seguir al rebaño’ para no recibir la humillación, la reprobación, la marginación o la violencia de otros varones, para seguir siendo considerados “hombres de verdad”.
Si bien desde muy pequeños fuimos socializados en el ejercicio de la dominación, es cierto también que ya no hay un único modelo de ser varón, el “Molde” ahora es diverso; ahora hay ‘masculinidades’ –en plural– a partir de aspectos variables y de entrecruzamientos entre la nacionalidad, la clase, la edad, la migración, la etnia, la orientación sexual, la identidad de género, etc. Y se generan jerarquías: Heterosexuales / homosexuales; blancos / racializados; ricos / pobres; caucásicos / originarios; sin y con discapacidad; creyentes / ateos… En muchos casos, jerarquías de dominio.
No obstante, y pese a esta multiplicidad de “modos” de ‘ser varón’ –que coexisten y están en tensión–, el modelo hegemónico sigue prescribiendo cómo debemos comportarnos en cada plano de la vida (afectivo, familiar, paterno, laboral, de amistad, etc.). Fuimos educados desde una perspectiva posesiva, ‘capitalista’, acumulativa y ‘extractivista’: con la convicción de de que las mujeres nos pertenecen, de que sus cuerpos son un territorio a conquistar… de que son “mi mujer”, “mis hijxs”, “mi auto”, “mi casa”. Hay una relación de propiedad y pertenencia sobre las vidas, los cuerpos y las cosas.
Prácticamente, no hay varón al que le sea fácil o
cómodo reconocer su machismo…
Pero la masculinidad es algo que se construye (podríamos decir,
parafraseando a S. de Beauvoir: “No se nace varón, se llega a serlo…”)… y así
como se va edificando a cada instante desde que nacemos, se puede reconocer,
cuestionar y de-construir; se puede transformar.
Si reconocemos nuestro machismo, podremos dejar de actuarlo, de reproducirlo, y podremos optar por otro tipo de respuestas, por otro modo de vincularnos.
Muchos hombres ya saben (sabemos), desde lo
intelectual, desde la teoría, que la empatía, que la expresión de las emociones
y vulnerabilidades son cosas importantes y necesarias. Pero la gran mayoría
sigue aferrado a las maneras de pensar y actuar tradicionales… No saben de lo que se pierden, o lo intuyen, pero
siguen prisioneros en un molde del pasado.
Pero no todo tiene que ser sacrificio, no todo es aparentar, competir, tener razón, poseer, ganar…
III) ANTI-PATRIARCAL
El Patriarcado es un “sistema” (un conjunto de valores, ideas, creencias, sentires, prácticas, etc.) que atraviesa todas las estructuras de la sociedad –económicas, políticas, religiosas (*4), sociales, culturales, etc.–, desde lo macro hasta lo micro. Se funda en el ‘androcentrismo’, en el ‘falocentrismo’, en la idea de la superioridad del varón, de su autoridad y liderazgo; y se apoya en el sexismo, la heteronormatividad, y el binarismo (sexual y de género). Esta hegemonía de lo masculino se expresa desde hace milenios como una forma de control y subordinación de lo femenino, considerado como debilidad, malignidad, pecaminosidad, etc.
Los femicidios, transfemicidios y el
recrudecimiento de las crueldades machistas, son la cínica reacción de un modelo
de masculinidad (y un sistema social) que ya no tiene de dónde sostenerse, pero
que cuenta con recursos económicos en todo el planeta, con el apoyo de
instituciones religiosas (católicas y evangélicas) que hacen de los feminismos,
de la educación sexual integral, de las mujeres libres, de las disidencias de
género y de la diversidad sexual, un enemigo explícito.
El Patriarcado, como dijo I. Hercovich, “es la materia de la que estamos hechos”… porque el patriarcado ‘se hace carne’, se materializa, se arraiga hasta en nuestro sistema nervioso, provocando o inhibiendo ciertas sensaciones, sentimientos, deseos, pensamientos, conductas…
El patriarcado tiene género, es masculino, pero atraviesa ‘todos los cerebros’ y
corporalidades.
Luchar contra el Patriarcado, implica luchar con
‘una parte de nosotros’, contra ideas, valores y creencias machistas que hemos ‘in-corporado’, ‘introyectado’, ‘asimilado’
a nuestra ‘forma de ser’, a nuestro ‘Yo’.
“Luchar” contra el propio machismo no es ‘pelearse’
ni ‘violentarse’, no implica ‘castigarse’... sino, como primer paso,
reconocerse, comprenderse –sin justificarse–, observar esos “elementos
extraños” que fuimos adoptando, para luego, dejarlos caer.
‘Elegir soltar’ los mandatos patriarcales es un desafío, un estilo de vida; es buscar reencontrarnos a nosotros mismos… con nosotros mismos… a cada momento.
Posicionarnos
en ‘la vereda opuesta’, no implica haber
‘superado’ ni dejado atrás nada, sólo la intención (y la acción) de
trabajar en la deconstrucción y transformación de nuestras prácticas, de
nuestra sensibilidad, de nuestra mirada.
Soltar el patriarcado, es salud (emocional, mental, física, vincular)… Salud personal, interpersonal, social, y comunitaria.
IV) ANTI-CAPITALISMO
El capitalismo es otro sistema de opresión
muy posterior al Patriarcal, y consiste en la explotación –y apropiación– de los cuerpos (más precisamente, de su ‘fuerza de trabajo’) para
beneficio de quienes acumulan capital. Ahora y desde siempre, quienes
concentran las riquezas del mundo, son –en su absoluta mayoría– hombres.
El Capitalismo actual es variable, flexible y adaptable; no es sólo un modo de producción o una doctrina económica, sino un conjunto de valores, de prácticas y de normas a nivel político-institucional-jurídico.
La lógica Capitalista, es Patriarcal.
El Capitalismo encontró en el Patriarcado
el caldo de cultivo y la matriz socioeconómica para su desarrollo y perfeccionamiento, pues aceleró y
amplificó los rasgos del patriarcado ancestral, sosteniendo la figura del patriarca como eje central de su funcionamiento, tanto en la
faceta industrial como en la financiera.
“El CEO, el Director, el Gerente, el Jefe, el Capataz, el Supervisor”… no son más que expresiones de ese estereotipo de hombre poderoso, ideal e idealizado –cada uno en su contexto–, análogo a otras relaciones de poder en modelos y sistemas diversos, pero con estructura similar. En el feudalismo, en el esclavismo, en el colonialismo y en otros regímenes (incluso en el capitalismo de Estado), podemos encontrar figuras similares, consecuentes con esa matriz original patriarcal: “el Emperador, el Rey, el General, el Conquistador, el Sacerdote, el Chaman, el Amo, el Señor feudal, el Verdugo; el Presidente, el Ministro, el Juez, el Comisario” (etc.), muchos pueden coexistir en la actualidad, pese a ser característicos de sistemas antiguos.
A partir de las transformaciones del Capitalismo contemporáneo,
se consolidó el avance del modelo Neoliberal –o capitalismo
globalizado– el cual se basa
no sólo en el achicamiento del Estado, la disminución del gasto público,
la desregulación de la economía (comercial, financiera y
aduanera: apertura de los mercados), la privatización de empresas y servicios
públicos, la flexibilización laboral, la flexibilización de las
fronteras, y el endeudamiento generalizado, sino que además propone un ‘ultra-liberalismo’
en el cual los Derechos civiles y el Estado de derecho en sí (sobre todo en lo
que refiere al aspecto social) quedan ‘librados a su suerte’, es decir que
quienes son vulnerados en sus derechos humanos y ciudadanos, son
‘responsabilizados de su propia situación’. No por nada la sentencia triunfal
fue "el fin de la historia".
El neoliberalismo logró
extender la lógica del mercado (propiedad privada, individualismo,
competencia, ganancia/acumulación) más allá de lo económico… A partir de aquí,
el éxito o el fracaso se reducen al individuo, a su capacidad y al ‘mérito personal’;
como si lo familiar, lo socioeconómico y político no tuviese incidencia alguna.
Esa lógica rige las
prácticas no sólo a través de la ideología individualista y mercantil,
sino a través de la competencia que
crea en todos los planos de la vida… No sólo a través del disciplinamiento de
los cuerpos, sino especialmente a partir del control de los deseos, de moldear las subjetividades.
El neoliberalismo es mucho más
que un tipo de capitalismo: es un tipo de sociedad, e incluso,
una forma de existencia. Ya no se busca que la esfera económica englobe a las demás, sino extender la lógica de mercado a todas las otras
esferas de la vida social. Lo que está en juego es nuestro modo de vivir y de
ver la vida, el modo de relacionarnos con otrxs, y el modo en que nos vemos y
representamos a nosotrxs mismxs.
Reificación. (*5)
La competencia y el modelo
empresarial se convierten en una especie de estilo
de vida, una forma de ‘gobierno de
sí’. Las personas se ven, se sienten y se mueven como ‘empresas’, lo que en la práctica significa que se exhiben, se ponen precio, se promocionan, se venden, se (‘auto)explotan’. El control se internalizó,
los grilletes ya no se ven, y con tanto bullicio publicitario, tampoco se
registran.
Todo puede convertirse en Mercancía: la vida, las identidades, y los Cuerpos. En el neoliberalismo, ‘la idea de libertad’ llega al extremo de que una persona pueda hasta ‘vender su cuerpo’ (no ya su ‘fuerza de trabajo’ solamente), o una parte de él si así lo quisiera, pero no nos dice nada de a quiénes se les presenta esa opción, a quiénes se les presenta esta “libertad de elección”. La pobreza (resultante del robo, la explotación y la inequidad), la marginalidad y la desesperación, son el argumento oculto, que aparece apenas con rasgar un poco la superficie ultraliberal, que confunde ‘libertad personal’ con la ‘libertad del capital’ para explotar, para someter, para dominar. La Prostitución es un buen ejemplo de esa lógica a la cual venimos haciendo referencia, y puede considerarse la intersección exacta entre Patriarcado y Capitalismo.
El Capitalismo se valió de los sistemas de dominación
anteriores para favorecer la acumulación de capital (y poder), profundizando
las desigualdades y la explotación.
Los antiguos sistemas
de dominación y opresión, no
sólo evolucionaron y tomaron ‘otra
forma’, sino que conviven… el Especismo, el Patriarcado, el Racismo, el
Esclavismo, el Feudalismo y el
Colonialismo, no sólo no han desaparecido, sino que fueron asimilados, reformateados, readaptados –en distinta
forma y grado– según el ámbito o espacio geopolítico: en la Trata de personas,
por ejemplo, el esclavismo es un
sistema presente. La Trata de personas (con fines de explotación sexual), que es
un negocio multimillonario, no es
otra cosa más que la globalización de la prostitución. Su incidencia le ha
posicionado como el segundo negocio ilícito más lucrativo después del
narcotráfico (*6). No sólo el flujo de capitales fluye de un punto a otro del
planeta buscando su máximo rendimiento, sino también ‘los cuerpos’ de las
personas ‘a exprimir’.
Pornografía, Prostitución, Trata, Cuerpos (de Mujeres, Niñxs, Travestis): Negocio; Capital (dinero a toneladas); poder, y privilegio masculino… y su contracara: derechos vulnerados, miseria, sufrimiento.
El tema, va mucho más allá del negocio de los proxenetas
(se llamen ‘chulos’, ‘rufianes’, ‘maridos’, empresarios, o funcionarios del
Estado), y de aquellxs que arman ‘su kiosquito’ alrededor de este negocio… El
eje es ‘La Industria Global’:
Se calcula que hoy en
día, el tráfico de personas para la explotación sexual supera
económicamente las transacciones de petróleo a nivel mundial, y que la industria
pornográfica es mayor –y genera mucho más dinero– que la de Hollywood.
La Prostitución es otra industria multimillonaria: la del comercio y explotación sexual, la industria de la violación (*7). Como toda mega-industria, fomenta la generación de ‘consumidores’ a partir de su constante promoción: La Pornografía (*8)… la nueva droga, gratuita y omnipresente, con la que nos convierten en adictos a la crueldad sexualizada; siempre al alcance de la mano gracias al desarrollo de nuevas tecnologías móviles.
V) ABOLICIONISMO de la Cultura y del Sistema Prostituyente
La Trata de personas con fines de prostitución no existiría –según afirma M. Meira en su libro “Margarita y
la Anaconda”– sin el Sistema y la Cultura Prostituyente, pues forman un circuito que se retroalimenta:
El Sistema Prostituyente es una inmensa red
formada por prostíbulos y proxenetas (de alta
y baja gama), pero también por
jueces, fiscales, policías, gendarmes, entregadores, falsificadores de
documentos, integrantes de medios de transporte de aire, tierra y mar,
integrantes de medios de comunicación, políticos de alto y bajo nivel (etc.).
La Cultura Prostituyente está formada por millones de varones que consumen ‘sexo pago’ (los puteros –mal
llamados clientes, que en realidad son prostituyentes) y una sociedad que
aprueba y naturaliza esta práctica; y se apoya en la virilidad como signo de dominación –y
la penetración/violación como
expresión de poder–.
La ‘materia prima’ de este tortuoso engranaje, que se renueva constantemente y requiere muy poca inversión, son mujeres, trans/travestis, niñxs y adolescentes.
En los países donde la
prostitución está regulada y reglamentada por el Estado, se registra un
crecimiento exponencial de la Trata con fines de prostitución, y un
significativo empeoramiento de las condiciones de vida de las personas en
prostitución, ya que crecen los prostíbulos ilegales con mujeres, niñxs y
travestis/trans de otros países…
Una modalidad ya común en los prostíbulos europeos, es el sexo con mujeres embarazadas en estado gestación avanzada (*9), o la ‘tarifa plana’, donde mediante un pago especial, pueden acceder al cuerpo de cualquier mujer del establecimiento. En los burdeles de Alemania, podemos observar cuál es la lógica del negocio: más del 90% de las mujeres prostituidas son extranjeras, migrantes desde países empobrecidos o destruidos.
La Trata es la otra cara de la moneda de la
Prostitución (*10), y no hace falta más que hacer un cálculo sencillo: las
mujeres que “voluntariamente” están
en prostitución (voluntariamente
entre comillas, por supuesto) no alcanzarían jamás a cubrir la demanda
prostituyente; y de ese faltante se ocupan los tratantes. Cada año, millones de
personas son tratadas (traficadas, dentro o fuera de las fronteras de un país o
continente) con fines de prostitución y explotación sexual. (*11)
El “ablande” de ‘las nuevitas’, consiste en violaciones grupales durante varias horas con ‘los clientes habitué’; las mujeres terminan muchas veces hospitalizadas, con desgarros anales, vaginales, golpes, quemaduras de cigarrillo, etc.
La prostitución, además, siempre va de la mano con otro negocio ilícito: el tráfico de drogas. Muchas veces son las mismas involucradas quienes deben vender o transportan la droga, es decir que –además, y por si fuera poco– son utilizadas también como ‘dealers’ y ‘mulas’ (*12). Intencionalmente las van convirtiendo en adictas, no sólo para mantenerlas dependientes y manipulables, sino también para poder tolerar todas esas formas extremas y sexualizadas de tortura (física y psicológica).
No hace falta más que
escuchar a quienes conocen y vivieron en primera persona esa experiencia desde
adentro (muchas –incluso– pasaron por los supuestos “sindicatos” de
‘trabajadoras sexuales’) para comprender lo siniestro de este negocio que sólo
se vale de la utilización y explotación de mujeres, travestis/trans, niñxs y
adolescentes.
Muchas de ellas, sólo
pueden empezar a narrar todo esto luego de muchos años, una vez que pueden ir
asimilando y sanando toda la violencia y crueldad que sufrieron, para
trascender ese lugar de víctimas en
que fueron colocadas, y posicionarse como sobrevivientes y combatientes del sistema prostituyente (*13).
Tan violenta y
traumática es la vida en prostitución, que las personas prostituidas deben
construir un ‘alter-ego’: deben cambiar su nombre y construir otra identidad.
La ‘disociación’, un mecanismo extremo
de defensa psíquica, es moneda
corriente en este mundo (‘esta no soy yo,
no estoy aquí, esto no me está ocurriendo, este no es mi cuerpo’), y da
cuenta de los graves daños que esta violencia provoca en la salud mental de las
personas prostituidas.
Suele decirse que la prostitución es “el oficio más antiguo del mundo”; ellas dicen que es el modo de explotación (sexual y económica) más antiguo de los hombres sobre las mujeres y feminidades.
Del otro lado, desde el lobby proxeneta, dicen que –como la prostitución nunca va a desaparecer– lo mejor es reglamentarla (*14), y reconocer a esas personas como “trabajadoras del sexo”… Los Estados se verían muy beneficiados, aumentando varios puntos de su PBI y reduciendo los índices de desempleo; también los sindicatos (bastiones de ‘poder masculino’) se verían muy favorecidos. Pero…
Ninguna opresión
desaparece al tolerarla,
ni al consentirla o
naturalizarla, y mucho menos,
al ‘regularla’ o ‘reglamentarla’. (*15)
La prostitución es una
industria, y no “el libre ejercicio de la
sexualidad”. Cuando se habla del “libre
ejercicio de la sexualidad” en el sistema prostituyente, solamente aplica a
‘la libertad del varón prostituyente’ de elegir
qué, con quién, cuándo y cómo.
Para las mujeres es un modo de supervivencia, una salida
hacia delante que por lo general sólo beneficia al proxeneta y a todos los
demás involucrados en la red de explotación.
Poner el cuerpo a disposición de otro –no por placer sino por necesidad, por falta de oportunidades o por engaño–, el aprovechamiento de una situación de vulnerabilidad –o por la fuerza–, no es ‘sexo’, sino ‘esclavitud’. Sin embargo, para la ‘industria del sexo’, es conveniente mantener “el Mito de la libertad de elección de la mujer prostituida”, que tiene ‘control’ de su cuerpo y de su voluntad.
Las Redes de explotación sexual de menores, que prostituyen
niños y niñas, son enormes: violan, prostituyen y graban pornografía. Reclutan
y captan por redes sociales, en barrios empobrecidos, en poblaciones
vulnerables, etc. Las Redes son internacionales, muchos de sus ‘miembros’ o ‘usuarios’
son gente poderosa. Muchos representantes de cultos y/o religiones participan
de estas redes de pedofilia, y de la difusión/distribución de filmaciones
de violaciones y abusos sexuales a niñxs y adolescentes (mal llamada
‘pornografía infantil’); y son amparados o defendidos por sus organizaciones
religiosas.
Los intereses detrás de estas redes son multimillonarios; el
dinero de la Trata (y de ‘su cara tolerable’, la Prostitución) financia
campañas políticas en este país, y en muchísimos otros. La policía y los
políticos no sólo las amparan, sino que las organizan… La
justicia no sólo es cómplice, sino parte fundamental de su
engranaje:
Hay jueces, fiscales y abogados involucrados en la trata,
revictimizando a las víctimas y a sus familias… Los
comisarios cobran coimas y ofrecen ‘protección’, los policías ponen trabas para
tomar las denuncias, o las hacen figurar como ‘averiguación de paradero’; los
municipios ocultan las filmaciones de las cámaras de seguridad… Todos se cubren
entre sí. Y no debemos dejar afuera a los Medios de Comunicación hegemónicos,
que cuando no ocultan esta realidad, hacen un show morboso focalizando en el
dolor individual, en las víctimas, en la desazón y desesperación de familiares;
en suma, en el amarillismo y la desinformación.
Muchos Estados y gobiernos, que en lo jurídico adoptaron un sistema abolicionista (que debiera
penalizar a proxenetas pero no a las personas prostituidas o tratadas),
‘coquetean’ con la reglamentación (y ‘naturalización’) de la prostitución (*16).
Como afirman las mujeres y travestis/trans que fueron
víctimas (y hoy son sobrevivientes y combatientes del sistema prostituyente),
y como denuncian muchas agrupaciones y organizaciones feministas
abolicionistas, la prostitución debiera considerarse social y culturalmente
como una
forma extrema de violencia de género, una forma de abuso ‘naturalizado’ y tolerado; que la pobreza y la
vulneración de sus derechos –sociales, culturales, económicos, etc.– fue lo que
las llevó a esa situación (*17) (o que directamente fue “la Trata”: el engaño,
la captación, el traslado, el chantaje, el forzamiento*18).
La pornografía de
hoy (y desde hace ya varios años), no es una revista con mujeres en topless; el
porno hoy es cruel, humillante y sádico (*19)... Como afirmaba S. Brownmiller,
es propaganda
de odio contra las mujeres, y
promueve la violación (también el
racismo, la xenofobia, la pedofilia y el incesto).
Si la pornografía es hoy
una industria multimillonaria, lo es porque la mayoría de los niños,
adolescentes, jóvenes y hombres adultos se excitan y se masturban con imágenes
de incesto y violaciones múltiples, donde ven mujeres siempre dispuestas a ser
penetradas y ‘todo les gusta’, donde no existe
el ‘NO’ ni el cuidado.
La edad promedio en la que los varones tienen acceso al porno son los 11 años.
Todo esto no es sin consecuencias: las agresiones sexuales a
niños, niñas y adolescentes (*20) que ocurren en las casas, perpetrados
por familiares, amigos o adolescentes que abusan a otrxs niñxs, son la
consecuencia de un adoctrinamiento que tiene el claro propósito de fomentar una
industria de billones de dólares.
Los ataques sexuales son cada vez más y más sádicos, y no podemos ser tan ingenuos de creer que no tiene relación con el incremento del consumo de pornografía. Millones de hombres crecen masturbándose con situaciones más y más violentas y, naturalmente, se excitan violando y torturando, ya que eso han aprendido.
Quieren hacernos creer que sólo se trata de “fantasías”, pero cuando desde niños o preadolescentes crecemos viendo y excitándonos con esta violencia sexual, viendo que las mujeres parecieran gozarlo, el criterio de realidad se ve profundamente afectado. (*21) Lo más probable es que muchos no puedan realizar esas prácticas con sus parejas, y para eso existe la prostitución: las principales víctimas de estas violencias sexualizadas (promovidas por el porno) son las personas prostituidas, y los victimarios (prostituyentes) son fundamentalmente varones cis-heterosexuales.
En las raíces de este flagelo está la educación sexista basada en estereotipos: hombres educados y
entrenados para ser predadores sexuales,
y las feminidades para ser sumisas a
los deseos y necesidades de aquellos.
No sirve que critiquemos el sexismo en televisión o en la
publicidad, si no somos capaces de ver la industria multinacional de la
pornografía, la prostitución (y su otra cara, la trata con fines de
prostitución) e identificar a qué intereses responde.
Ya lo dijo J. V. Marqués: “La paradoja de la heterosexualidad del varón [machista], está en que no le gustan las mujeres como personas” (*22)… En realidad, las desprecian; y en el fondo, las odian. El porno y la prostitución son prueba de ello, porque –y de un modo evidente desde hace ya varios años– se trata de erotizar la crueldad y la misoginia, y cada vez más tendiente a la pedofilización (pues la gran mayoría de las mujeres, ingresan a ese mundo siendo menores de edad, y con un historial de abusos, de violencias y de vulnerabilidad encima).
El sexo coitocéntrico es otro medio-modo-arma desde y con la cual se domina, explota y ejerce violencia o terror sobre mujeres, niñxs y feminidades, en que la voluntad de aquellxs es suprimida, su deseo y placer es inexistente, lo que equivale a una situación de ESCLAVITUD (en este caso, ‘Sexual’).
Por ello nos declaramos
ABOLICIONISTAS (de toda forma de esclavitud sexual, y de toda violencia y
crueldad machista), rechazamos
el supuesto “derecho” de los varones a ‘comprar’, ‘consumir’ y prostituir
mujeres, niñxs, travestis/trans, y objetamos
la consecuente categoría de “trabajo
sexual”, que no hace más que beneficiar a tratantes, proxenetas y
prostituyentes, legitimar la cultura prostituyente, y normalizar la trata para fines de ‘prostitución’. También, naturaliza un modelo de masculinidad violenta y patriarcal cuya expresión sexual es cosificante, mercantilista y reduccionista de la otredad; además de
legitimar al porno como ‘escuela’ y modelo de sexualidad...
Nuestro Abolicionismo es desde una perspectiva antipatriarcal, de Derechos Humanos, anti-punitivista, y ‘Ética’ (no-moralista). (*23)
Es necesario aclarar que los Varones somos la rueda principal de este engranaje, de una
maquinaria prostituyente que se basa en la vulneración, captación, secuestro,
violación –e incluso la muerte– de mujeres, niñas y
travestis/trans.
Los varones somos el blanco principal de toda esta propaganda misógina que la pornografía instaura: nos quieren Machos, nos quieren prostituyentes, nos quieren sumisos, nos quieren inseguros, nos quieren ‘excitados’, nos quieren débiles… para que, por medio de las prácticas machistas y patriarcales, no dudemos en sentirnos parte del bando de ‘los ganadores’, ‘superiores’, seguros y confiados, sin cargar ese peso de “no ser hombres” o ser “poco-hombres”… (o “macho-menos”).
Y… ¿quiénes son estos varones prostituyentes?
No creamos que son ‘seres repugnantes’ que podamos reconocer
a simple vista; no. Muchos son ‘buenos tipos’, son vecinos, padres de familia,
hijos, tíos, sobrinos, novios, maridos; son amigos, familiares, son
trabajadores, estudiantes, obreros, militantes, activistas, empresarios, son
tipos de todas las clases sociales, ‘buenos y respetables ciudadanos’; son
pastores, curas, rabinos, funcionarios, políticos…
No importa el trabajo o sueldo que tenga, ni el barrio o la casa donde viva, si trabaja o está desempleado, si es agradable o desagradable, amigable o temible, atractivo o no, poderoso o no… Cualquiera puede ser un prostituyente.
Repudiamos esta vieja práctica opresiva de varones consumidores de
prostitución, que obtienen placer y satisfacción al pagar por el
consentimiento para abusar sexualmente.
Algunos varones prostituyentes se creen
“buenos tipos” por preguntarles alguna cosas a la persona prostituida, por
darles charla, o dándoles propina/regalos, fingiendo que se interesan por su
bienestar… pero eso no hace que, por dinero, pasen por encima de su ‘Deseo’ y
de su placer. Le pagan y se van. Y ella sigue allí. No les importa la situación
de la otra persona, les interesa su posición subordinada y sometida.
El “deseo” de la persona prostituida sólo queda validado –y su voz sólo es escuchada y tenida en cuenta– cuando coincide con el deseo y los intereses de los Machos.
Despreciamos la erotización/sexualización de la violencia.
La pornografía es misoginia, la
prostitución es machista y patriarcal. No es sexo, es dominación y abuso sexual.
Repudiamos el ejercicio de la opresión…
Queremos
deconstruir nuestra propia
sexualidad.
Abundan las personas que dicen estar contra
las violencias, contra el abuso, contra la esclavitud, el racismo, etc., pero
consideran absolutamente normal “jugar” con ello en su vida sexual, y les
parece inocuo. No lo es.
Queremos
cuestionar las “fantasías” del porno, que no son otra cosa más que
abusos y violencia sexual filmada.
Queremos
descolonizar la sexualidad falocéntrica, heteronormativa, violenta, en
donde se somete o se es sometidx.
Queremos
desnaturalizar la prostitución,
visibilizándola como una forma de violencia machista
sexualizada.
Queremos dejar de contribuir
y sostener este entramado de odio y
esclavitud.
Queremos dejar de alimentar y abolir el
sistema prostituyente, el cual tiene como protagonistas a
hombres/varones-‘Machos’.
VI) LLAMADO
Este es un
llamado a los varones a HACER
ALGO MÁS que “no acosar”, “no degradar”, “no prostituir”, “no
golpear”, “no abusar”, “no violar”, “no matar”; es un llamado a no creerse
superior a nadie, a salirnos de la “norma[lidad]” (para dejar de ver
a otres como anormales, ‘inferiores, enfermxs’)…
Es un llamado a aquellos que quieren plantarse en la vereda de enfrente, resistiendo y combatiendo esta violencia (hacia adentro, y hacia afuera) del modo que se pueda; para que no requiera de ningún ‘esfuerzo’ el reconocer y tratar a las mujeres, travestis, trans, tortas, maricas (etc.) como pares, respetando sus sentimientos y necesidades.
Estamos convencidos de que, lo mejor que podemos
hacer, es desertar de la masculinidad patriarcal,
bajarnos del pedestal de “Machos” (que aplasta nuestra posibilidad de realizar
más plenamente nuestra sexualidad con otras personas, en deseos recíprocos y
placeres compartidos).
No se trata de crear un Manual de “cómo
comportarse adecuadamente”…
No se trata de bajar línea, ni de una nueva
imposición, sino de generar un campo de posibilidades y alternativas.
Tampoco se trata de ‘culpabilizarnos’ ni de
‘inculparnos’, sino de hacernos cargo de lo que nos toca (pues
todxs podemos recapacitar, transformarnos, superarnos, crecer, volvernos más
libres y empáticos).
El punto pasa por entender, comprender, empatizar y genuinamente darse cuenta de por qué y para qué es importante, necesario y urgente dejar de repetir ese libreto…
El foco del cambio personal y social no
puede sostenerse en una nueva “moral” (que siempre es impuesta desde ‘afuera’:
Otrxs que dicen qué “debemos hacer”), sino que deberá nacer y sostenerse en una
nueva “ética” (aquello que es beneficioso, saludable y
necesario para el bien común).
Es hora de que los varones –hétero, gays, bi,
trans, etc.– que abiertamente estén…
Ø contra toda expresión machista y patriarcal,
Ø contra toda inferiorización,
Ø contra todo abuso de poder,
Ø contra el acoso sexual (sea verbal o físico),
Ø contra toda violencia del machismo heterosexista,
Ø contra la cosificación y el consumo de cuerpos de
mujeres/ travestis/ trans y niñas prostituidas,
…[es tiempo de que] nos posicionemos frente a estos hechos, de que sentemos postura, de que visibilicemos nuestra oposición y nuestra ‘deserción’ al mandato de “Ser los MACHOS”…
No se trata sólo de visibilizar nuestra “oposición” usando una remera, o desde
lo discursivo, sino desde las prácticas mismas, especialmente
las más cotidianas y ‘nimias’…
Se trata, de llevar este descontento
a lo colectivo, junto con otros
varones, para intentar llevar ‘la lucha
cultural’ al plano social.
En ese movimiento, aparecerán nuevas formas de acción, nuevas ideas y propuestas, nuevas necesidades, y desde luego –por suerte– nuevas preguntas, nuevos desafíos (como la construcción de espacios mixtos, pero desde la paridad), nuevos aprendizajes.
Está muy bien el poder juntarnos, hablar, abrirnos, llorar, abrazarnos… Desde ya!, es necesario y muy
importante formar círculos de varones
por todos lados, al alcance de cualquiera que mínimamente ya empiece a hacerse
preguntas, a sentir alguna incomodidad con el modelo y ‘prototipo’ de Hombre que el patriarcado/capitalista
promueve y necesita…
Pero también
podemos ir dando, grupal y colectivamente, pasos más profundos, más jugados…
Para decir “Ni
Una Menos” hay que crear espacios propios, donde los varones
podamos trabajar en profundidad todos los elementos del patriarcado que
nos atraviesan…
“Algo” tendremos
que HACER –con y entre los varones–… Simplemente porque son varones los que mayormente humillan, degradan,
discriminan, manipulan, acosan, abusan, prostituyen, explotan, violan y
asesinan a mujeres, niñxs, adolescentes y trans/travestis (y a cualquier otra
identidad que se aparte de la masculinidad
hegemónica, incluso también, a otros varones).
Las Acciones a la que nos referimos, NO son aquellas que buscan ser vistosas ni llamar la atención de las feministas… ni siquiera aquellas que se encubren en “la disculpa”, “el
sacrificio”, la “autoflagelación”, en un “les pido perdón por ser varón” (muy auto-culpabilizadoras, muy
‘judeocristianas’), etc.
Nos referimos a aquellas acciones que puedan ‘sentar un precedente’, marcar una dirección, una “línea de fuga”.
Muchos varones memorizan y ‘tragan’ –sin ‘digerir’– mucha teoría feminista: pueden citarla a la perfección, pueden incluso dar cátedra a otros (y a otras), PERO la internalización y la práctica (es decir, lo más importante) ‘se la llevaron a marzo’… En la práctica ‘hacen agua’ (y decimos esto sabiendo de lo que hablamos, sin sentirnos ajenos a NADA de todo esto, sino desde nuestra implicación –y con total conocimiento de causa– de lo difícil de este proceso).
Aspiramos a ser más que un grupo de reflexión-discusión
teórica y (auto)cuestionamiento; más que un grupo de apoyo para sanar y
aceptarse, más que un grupo para la deconstrucción
individual.
Buscamos interpelar a los varones a tomar consciencia del lugar de poder en el que socialmente estamos posicionados, y a tomar postura, a “Desertar”: salirnos de ese estereotipo caduco de “ser varón”, pararnos en la vereda opuesta de este modelo prehistórico de ser “hombre”.
VII) DESERTAR
Renunciamos a este lugar,
claudicamos
del Rol supremacista de
"Machos";
Somos ‘desertores’
de este sistema patriarcal, no de la
realidad.
El machismo no se puede
negar, pero sí se puede combatir.
O
seguimos alimentando al ‘pequeño machista (y fascista)’
que
llevamos dentro, o evolucionamos y lo
dejamos morir.
Al patriarcado no hace
falta ni voltearlo,
sólo tenemos que dejar de sostenerlo…
Sólo hay que dejarlo caer.
Los
hombres, pueden llorar…
Los
que ‘no-pueden’,
los
que tienen prohibido llorar, son ‘los Machos’.
Para
poder llorar (y hacer muchas otras cosas
que
los Machos tienen vedadas), hay que “Desertar”…
Y para que efectivamente haya “Ni Una
Menos”,
necesitamos llegar a ser “muchos
Macho-menos”!
**********************
NOTAS:
1) Al decir “Machos”,
no hablamos de “varones” (a secas), ni de ‘personas con cromosomas XY’, ni
siquiera de ‘personas con pene’; nos referimos más bien al “sujeto
político” y agente del orden social
patriarcal, al varón que –lo sepa o no, lo asuma o no–
reproduce el libreto machista y Los Mandatos Sociales de ese régimen
supremacista. Ese ‘discurso’, si bien puede salir de la boca de
algunas mujeres o expresarse en sus prácticas, es eminentemente masculino, pero que –al igual que el discurso del Amo– también llega a
‘colonizar’ las mentes de quienes están bajo ese régimen de dominación, es decir, de lxs ‘subordinadxs’: mujeres, y
otras identidades feminizadas (travestis, trans, tortas, maricas, etc.).
2) Otro buen ejemplo
de las consecuencias de la masculinidad
hegemónica, son las cárceles,
donde cerca del 90% de la población es masculina: la mayoría de los crímenes
(asesinatos y otros delitos violentos) son realizados por varones (como también
la mayoría de las víctimas). Y no podemos dejar de mencionar que, desde
siempre, fueron los hombres los principales engranajes de las guerras (religiosas,
políticas y/o económicas), como quienes encarnaban las figuras de poder y autoridad
que controlaban el destino del resto (emperadores, reyes, papas, etc.).
3)
Además de a las mujeres, hay que incluir también a niñxs y adolescentes entre las víctimas de las crueldades
machistas, en especial, en lo que hace a la violencia o ‘agresión’ sexual (usualmente mencionado como ‘abuso
sexual’): la gran mayoría de los incestos en la niñez y/o
adolescencia son paterno-filiales.
4) No podemos dejar de mencionar la
fundamental influencia de los Monoteísmos Abrahamánicos, sin
los cuales el Patriarcado no se hubiese podido sostener tan vigorosamente, y
quizás el Capitalismo no se hubiera desarrollado como lo hizo sin acoplarse tan
bien al orden patriarcal tan omnipresente.
5) Reificación: del latín, res (cosa) y facere
(hacer). Cosificación. Acción de volverse o convertirse en ‘cosa’, en ‘objeto’.
En la teoría marxista designa una forma
particular de alienación en el modo de producción capitalista.
6) El último indicador del problema
a nivel mundial, publicado por el Global Slavery
Index (GSI) en 2016, alerta a que existen más de 45.8 millones de personas
alrededor del mundo en situaciones de esclavitud; distribuidos en 167 países,
aportando un estimado de 376,000 esclavas/os, siendo la modalidad más
prevaleciente según United Nations Office
of Drug and Crime (UNODC) la explotación sexual de mujeres, niños y
niñas (UNODC, 2016 Pg.161).
7) Cada año se producen más de 600
millones de viajes turísticos internacionales. Un 20% de estos viajeros busca
sexo en sus desplazamientos, de los cuales un 3% descubre tendencias
pedófilas; esto supone más de 3 millones de personas que viajan
por el mundo buscando violar menores de edad (mal llamado “turismo
sexual infantil”, que de ‘infantil’ no tiene nada). Este flagelo creció
silenciosamente durante los últimos 15 años (Olvera, 2014).
8) El término pornografía procede de
las palabras griegas πόρνη (pórnē, 'prostituta') y γράφειν (gráphein,
'grabar, escribir, ilustrar'), lo cual significa «grabación
o ilustración de las prostitutas».
9) Muchísimas mujeres en
prostitución quedan embarazadas, y las hacen abortar clandestinamente… o bien,
las embarazan para lucrar con el morbo de los prostituyentes (cobrando más
cuanto mayor sea el estado de gestación). A las que tienen hijxs (que son un
gran porcentaje), las chantajean o amenazan, pues saben que no tendrán otras
opciones de poder llevarles un plato de comida al final del día. Un capítulo
aparte tiene que ver con el cuidado y la protección de la salud de las mujeres
y travestis/trans en prostitución (esté regulada o no), pues… ¿Cuántos
prostituyentes usan forro? Y no es sólo por los riesgos de un embarazo no deseado,
sino por las Enfermedades e
infecciones de Transmisión Sexual. Dicen las sobrevivientes: “la frase que más escuchamos cuando
estábamos en la equina, es ¿cuánto sin forro?” Otro motivo para insistir y luchar por una Educación Sexual Integral de
carácter feminista y abolicionista, por la accesibilidad a
métodos anticonceptivos, y por la Interrupción
Voluntaria del Embarazo (o aborto legal, seguro y gratuito).
10) La demanda masculina de
mujeres y niñas es la raíz de la prostitución, y promueve la trata de
personas para explotación sexual (O’Conner y Grainee, 2006).
11) Como cualquier otra
actividad económica lícita o ilícita, el motor de toda transacción
comercial exitosa es la demanda por el producto que se intenta vender. En
el caso de la trata de personas, lamentablemente, el producto o mercancía es el
cuerpo humano, y sin lugar a duda, la demanda por mercancía humana es el motor
detrás de su ascenso como negocio global (Banyard, 2016).
12)
Jerga con que se refieren a quienes distribuyen
y transportan droga de un punto a otro.
13) Recomendamos escuchar y/o leer a
quienes han pasado por estas situaciones, y hoy son luchadoras: Sonia Sánchez
(co-autora de “Ninguna mujer nace para puta”, autora de “La puta esquina: campo
de concentración a cielo abierto”), Graciela Collantes (de AMADH, autora de
“Nuestros cuerpos no se reglamentan”), Elena Moncada (autora de “Yo elijo
contar mi historia”), Florencia Guimaraes García (autora de “La Roy; revolución
de una trava”), Delia Escudilla (autora de “Violación consentida: la
prostitución sin maquillaje; una Autobiografía”), Daniela Ruiz, etc.
14) Hasta el año 1937, Argentina adoptó un sistema reglamentarista (que aceptaba y
regulaba la prostitución mediante leyes); de allí en adelante incorporó una legislación
de clara perspectiva abolicionista, promulgando la Ley Nacional 12.331 que
prohíbe y castiga a quienes se benefician de la prostitución ajena, mientras
que la persona que se prostituye pasa a ser considerada ‘víctima’ de la propia
actividad. Además, a partir de la última reforma de la Constitución Nacional en
el año 1994, se incluyeron varios instrumentos internacionales con jerarquía
constitucional en el enunciado del Artículo 75, inciso 22; entre los cuales
destacamos: Declaración Universal de Derechos Humanos (1948), Convención
Americana sobre Derechos Humanos (Pacto de San José de Costa Rica, de 1969),
Convención para la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la
Mujer (“CEDAW”, 1979), Convención contra la Tortura y Otros Tratos o Penas
Crueles, Inhumanos o Degradantes (1984), y la Convención sobre los Derechos del
Niño (1989). Asimismo, Argentina ratificó importantes instrumentos
internacionales de Derechos Humanos –con jerarquía superior a las leyes– entre
ellos: Estatuto de Roma (1998), Convención Interamericana para Prevenir,
Sancionar y Erradicar la Violencia contra La Mujer (“Convención de Belem Do
Para”, 1994), Convenio para la Represión de la Trata de Personas y de la
Explotación de la Prostitución Ajena (1949), Convención Interamericana sobre
Tráfico Internacional de Menores (1994), y el Protocolo para Prevenir, Reprimir
y Sancionar la Trata de Personas, Especialmente Mujeres y Niños (que
complementa la Convención de las Naciones Unidas contra la Delincuencia
Organizada Transnacional –“Protocolo de Palermo”–, del año 2000).
15) La comercialización y cosificación
del cuerpo de una persona para la realización de una actividad sexual a
cambio de un valor económico, es una actividad de aprovechamiento,
utilización y explotación sexual en perjuicio de los derechos humanos de las
mujeres, niñas, niños y adolescentes (OIT/IPEC, 2004).
16) El “Protocolo de Palermo” compromete a los
Estados parte a tomar medidas para prevenir, reprimir y sancionar la trata.
Desde que se firmó en el año 2000, lejos de disminuir, el número de víctimas ha
aumentado y el lucro se ha multiplicado a los 150 mil millones de dólares
anuales, 99 mil millones de ellos relacionados al negocio de la explotación
sexual (Massimino, 2016).
17) La organización “Stop Violence
Against Women” (SVAW, 2013), enfatiza que la desigualdad de género, la
globalización, pobreza, racismo, migraciones y el colapso de la estabilidad
económica de la mujer, son factores que contribuyen a crear las condiciones en
las que una mujer es impulsada hacia la industria del sexo.
18) El Protocolo de las
Naciones Unidas para Prevenir, Reprimir y Sancionar la Trata de Personas, especialmente
Mujeres y Niños (más conocido como Protocolo contra la trata de personas o
“Protocolo de Palermo”) fue adoptado en Palermo, Italia, en el 2000. Es un
acuerdo internacional adjunto a la Convención de las Naciones Unidas contra la
Delincuencia Organizada Transnacional. Se entenderá por "trata de
personas" el transporte, el traslado, la acogida o la recepción de
personas, recurriendo a la amenaza o al uso de la fuerza u otras formas de
coacción, al rapto, al fraude, al engaño, al abuso de poder o de una situación
de vulnerabilidad –o a la concesión o recepción de pagos o beneficios para
obtener el consentimiento– de una persona que tenga autoridad sobre otra, con
fines de explotación. Esa explotación incluirá, como mínimo, la explotación de
la prostitución ajena u otras formas de explotación sexual, los trabajos o
servicios forzados, la esclavitud o las prácticas análogas a la esclavitud, la
servidumbre o la extracción de órganos. El consentimiento dado por la víctima
de la trata de personas a toda forma de explotación intencional descrita, no se
tendrá en cuenta cuando se haya recurrido a cualquiera de los medios enunciados
antes. La captación, el transporte, el traslado, la acogida o la recepción de
un niñx con fines de explotación se considerará “trata de personas” incluso
cuando no se recurra a ninguno de los medios enunciados. Por “niñx” se
entenderá toda persona menor de 18 años.
19) Desde hace algunos años, hay intentos de crear
otro tipo de material erótico/sexual para adultxs, ya sea hétero o lésbico-gay,
sin violencia ni humillación hacia las mujeres y feminidades, contrario a lo
que ocurre en el porno cis-heterosexual ‘mainstream’ o convencional, que es
mayormente misógino.
20) El ataque o agresión sexual hacia
niños, niñas y adolescentes, cuya gran mayoría son incestos
paterno-filiales, es una forma de sostener el patriarcado. Según estudios, más
de la mitad de las mujeres prostituidas fueron víctimas de abuso sexual en su
niñez o adolescencia, y se calcula que 1 de cada 10 mujeres en el planeta fue abusada en la
infancia (en la mayoría de los casos por el padre, padrastro o figura similar,
tío, abuelo, etc.). Ese trauma temprano genera el campo
fértil para su reiteración, en
especial, al no haber justicia ni reparación para las víctimas. Todo el ‘sistema machista judicial’ crea las
condiciones de impunidad.
21) Un jovencito condenado por violar a su
hermanastra, confesó que miraba videos
sobre incesto… Pensaba que eso estaba
mal, pero lo atraía. Sentía curiosidad, excitación, y –a la vez– espanto.
22) Estudios sobre las violaciones “en grupo”, plantean que cada violador
realiza una mostración de su virilidad
al resto del grupo… Y esa lógica se pone en juego incluso en el acoso
callejero, donde el perpetrador intenta obtener el ‘reconocimiento’ de
sus compañeros, más que la atención de la persona acosada. Es a los otros
varones a quien busca impresionar.
23) Nuestro ‘enemigo’ es el sistema
patriarcal. Lejos del endurecimiento de las penas como solución, aspiramos a
lograr una sociedad esclarecida, con más educación de género con abordaje
integral en las escuelas, con docentes y profesionales capacitadxs.
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